martes, abril 30, 2013

Unha vez tiven un cravo

Unha vez tiven un cravo
cravado no corazón,
i eu non me acordo xa se era aquel cravo
de ouro, de ferro ou de amor.
Soio sei que me fixo un mal tan fondo,
que tanto me atormentóu,
que eu día e noite sin cesar choraba
cal choróu Madalena na Pasión.
“Señor, que todo o podedes
-pedínlle unha vez a Dios-,
dáime valor para arrincar dun golpe
cravo de tal condición”.
E doumo Dios, arrinquéino.
Mais…¿quén pensara…? Despois
xa non sentín máis tormentos
nin soupen qué era delor;
soupen só que non sei qué me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica..., seica tiven soidades
daquela pena…¡Bon Dios!
Este barro mortal que envolve o esprito
¡quén o entenderá, Señor!…

Rosalía de Castro

viernes, abril 26, 2013

Como la hormiga

Como la hormiga testaruda lleva su carga sosteniéndose en ella,
así te encuentro siempre abrazada a una lágrima;
a una lágrima tuya que no has llorado todavía.
Que no quieres llorar,
que no puedes llorar porque es mas grande que tu cuerpo.
Porque es más grande que tu cuerpo
y no la puedes contener, como el mundo no contiene su noche;
y te apoyas en ella, sin llorarla, para que siga estando junta,
y duermes a su lado, vigilándola un poco,
y la sostienes en tus brazos, sin abarcarla, como el raíl sostiene el tren.
y la proteges con tu cuerpo de la profanación,
para que el mundo, pequeñito, no la pueda enjugar en su pañuelo.

Luis Rosales